Hoy, 21 de enero, se celebra el Día Internacional del Abrazo. Un gesto sencillo pero cargado de significado y lleno de beneficios, tanto físicos como psicológicos y emocionales. No sólo reconfortan, estimulan, consuelan o abrigan, sino que aportan estímulos que, en el caso de los bebés y niños pequeños, son totalmente necesarios para su adecuado desarrollo.
Cundo establecemos este tierno contacto físico con nuestros hijos estamos ayudando a potenciar sus conexiones neuronales, cargándoles de sentimientos y sensaciones positivas. Estamos diciéndoles sin palabras que no deben tener miedo, que estamos con ellos para proporcionarles seguridad, cuidado y amor. Y eso, en las primeras fases de la vida del ser humano, es tan importante como el propio alimento.
Estos son algunos de los beneficios de abrazar a tu hijo:
Les ayuda a crecer sanos
Pensemos una cosa: el método canguro se ha estandarizado en todo el mundo como la contribución más efectiva de los padres a sus hijos prematuros. Y es así porque comporta innumerables beneficios físicos para el bebé. Regula su temperatura, su respiración y ritmo cardiaco. Además, el contacto piel con piel genera estimulación sensorial y la cercanía permite al bebé percibir a su mamá y papá mediante el tacto y el olfato, por ejemplo.
Eso mismo se puede aplicar a todos los bebés en cualquier etapa de su desarrollo. ¡Abrazar a tus hijos es sano para ellos!
Les relaja
Llorar es la forma que tienen los bebés de reclamar sus necesidades, no sólo fisiológicas, sino afectivas. Al nacer estamos programados para llorar de forma que los padres nos hagan sentir su presencia y diluir el miedo natural a la soledad y el abandono. Cuando un bebé se despierta de uno de sus sueños se siente desamparado, ignorado. Al acudir a calmarlo entre nuestros brazos estamos mandándole un mensaje: estoy aquí. Cogerle en brazos les tranquiliza y calma.
Refuerza el vínculo
No hay mejor forma de demostrar el amor que sentimos por nuestros hijos que abrazándolos. Y en el caso de los papás, que en las primeras etapas no pueden generar un vínculo afectivo tan profundo con el bebé como el de la lactancia, es imprescindible. Que el niño sienta la calidez, el olor, el tacto de su padre (y a la inversa) contribuirá a establecer una fuerte conexión entre ambos.
Son el pasaporte a conocer mundo
Cuando un bebé es cogido en brazos tiene la oportunidad de salir de su mundo habitual (cuna, carrito, etc). Se le abre entonces una ventana al mundo real, una oportunidad de pasearse por la casa en brazos de su papá o mamá y ver aquello que, por el momento, le es inalcanzable. Igual sucede en la calle. Esto permite estimular su curiosidad y empezar a familiarizarse con su entorno.
Generan confianza y autoestima
Un abrazo lleva implícitos cientos de mensajes positivos y de afecto. Te quiero, me importas, te ayudaré, cuenta conmigo, estoy aquí, tienes mi apoyo, te daré lo que necesitas... Decenas de palabras que van a contribuir a generar en nuestros hijos la seguridad que necesitan para madurar.
Animan y consuelan
Cuando un niño está triste o desanimado no hay mejor remedio que un fuerte achuchón materno. Es el primer paso hacia la alegría que necesitan, hacia la seguridad y la certidumbre. Abrazar es mejorar el estado anímico de las personas que queremos.
Liberan hormonas positivas... y reducen las negativas
Cuando nos fundimos en un abrazo se libera oxitocina, una hormona que genera bienestar y sensación de placidez. Y, por el contrario, se reducen los niveles de cortisol, hormona presente en los momentos de estrés.
En resumidas cuentas, abrazad a vuestros hijos, no importa si acaban de nacer o tienen 10 años. No cuesta nada, estaréis creando un universo de sensaciones positivas para ambos y les estaréis educando en el afecto y el cariño; en que es tan importante darlo como recibirlo.