Se trata de uno de los puntos destacados cuando se inicia un tratamiento de reproducción que requiera fecundación en laboratorio.
Una vez que los óvulos son fecundados comienza el desarrollo embrionario. Al llegar a la fase de blastocisto (día 5 ó 6) los embriones están listos para ser trasladados al útero materno. Los especialistas valoran su calidad y morfología para seleccionar el que será transferido; si sobran, se vitrificarán para poder ser usados posteriormente si fuera necesario.
Mientras, el ginecólogo habrá estado controlando que el endometrio de la paciente esté preparado para la transferencia (de hecho, si no es así será mejor cancelar el procedimiento para no malgastar los embriones). La preparación endometrial puede hacerse en ciclo natural (aprovechando el ciclo de la paciente y con medicación mínima) o sustituido (con medicación para lograr que el endometrio tenga la consistencia y grosor necesarios). La decisión médica dependerá del diagnóstico y antecedentes de la mujer.
Si el endometrio está listo, se realiza la transferencia en quirófano. Es un procedimiento sencillo con el que llevamos el embrión hasta el útero utilizando un fino catéter a través de la vagina. El especialista se servirá de un ecógrafo para ubicarlo en el mejor lugar para su implantación.
Dura apenas unos minutos y no es necesario anestesia ni sedación. Puede haber alguna leve molestia mientras se lleva a cabo, pero raramente dolor. La paciente debe guardar reposo en clínica media hora, pudiendo retomar luego su actividad habitual pero evitando los esfuerzos intensos. En este artículo te damos consejos para la post-transferencia.
Empieza entonces un periodo, la betaespera, en el que la paciente puede relatar síntomas como náuseas, distensión abdominal o somnolencia, propios del embarazo y que suelen llevar a confusión; se deben a la medicación recibida.
En ocasiones también puede aparecer un leve manchado. No es la regla ni implica que la transferencia haya ido mal. Suele ser el llamado sangrado implantatorio, producto de la correcta implantación del embrión en el útero.
Recuerda que la única forma de saber con certeza si se ha conseguido el embarazo es mediante la detección en sangre de la BHCG, una analítica que realizamos en la clínica unos diez o doce días después de la transferencia.