La progesterona es una importante hormona sexual femenina, y es esencial para el correcto funcionamiento del sistema reproductor y el embarazo.
Es producida por los ovarios después de la ovulación y su función es hacer del útero un entorno receptivo para el embrión, además de mantener su revestimiento durante el embarazo. Esta hormona también provoca un ligero aumento de los senos y prepara las glándulas mamarias para el momento en el que haga falta comenzar la lactancia materna.
Ante una ausencia o deficiencia de progesterona habrá dificultades para conseguir la implantación del embrión, e incluso riesgos de aborto.
En los tratamientos de reproducción asistida la usamos para favorecer la implantación del embrión tras la transferencia, pero también durante las primeras semanas una vez el embarazo se ha confirmado. De hecho, en algunas pacientes puede ser recomendable mantener el tratamiento con progesterona durante varios meses de gestación o incluso hasta el final de la misma si existe riesgo de aborto espontáneo o parto prematuro.
En un tratamiento de reproducción asistida, en ciclo natural o que haya requerido estimulación ovárica, se busca que los niveles sean superiores a 12 ng/ml para optimizar la probabilidad de conseguir el embarazo. Por lo tanto, si en los análisis tus niveles no se encuentran en ese rango, tu médico ajustará el tratamiento con progesterona para alcanzarlos.
Al tratarse de una hormona natural producida por el cuerpo, la progesterona no suele tener efectos secundarios. La posología depende de las circunstancias de cada paciente. Se administra en forma de cápsulas vaginales (como es el caso de CyclogestTM). También existen inyecciones subcutáneas (como el ProlutexTM) o intramusculares (ya en desuso, pues pueden ser dolorosas e incómodas y se requiere de atención sanitaria).