Es una incisión que se realiza en el periné femenino (entre la vulva y el ano) para aumentar la abertura vaginal y facilitar el parto. Puede evitar complicaciones.

Tradicionalmente era una técnica bastante común en los partos vaginales. Pero muchos estudios han demostrado que no es necesaria en la gran mayoría de casos y puede llegar a ser muy traumática para la mujer, causando dolor, sangrados y disfunciones sexuales.

Hoy en día se desaconseja de forma generalizada. La Organización Mundial de la Salud únicamente recomienda su realización en casos concretos y muy necesarios como:

•  Partos complicados de bebés muy grandes.

•  Partos de nalgas.

•  Partos que necesitan instrumental (fórceps, ventosas, etc).

•  Sufrimiento fetal, bebé con distocia del hombro.

•  Escasa elasticidad vaginovulvoperineal o riesgo elevado de desgarro.

Podemos ayudar a evitar la episiotomía fortaleciendo el suelo pélvico con unos sencillos ejercicios durante el embarazo. Para ello se suele recomendar:

•  Practicar ejercicios de Kegel.

•  Masajes perineales desde la semana 32 ó 33 de embarazo.

•  Técnicas de respiración y empuje (se suelen dar en las clases de preparación al parto).